Una de las mejores cosas que trae consigo la Navidad es decorar nuestra casa con luces y adornos, una tradición que enternece hasta a quien rehúye estas fiestas. Guirnaldas, luces de colores, espumillón, bolas de cristal... nunca es demasiado cuando se trata de decoración navideña y, aunque cada hogar tiene sus costumbres y tradiciones, lo cierto es que cada uno en su estilo consigue su objetivo: alegrarnos las fiestas. Sin embargo, seguro que desconoces cuál es el origen de estos adornos navideños a los que ya estamos tan acostumbrados; por eso, a continuación te explicamos el curioso nacimiento de algunas de las costumbres más extendidas en nuestro país.
La naturaleza, elemento indispensable
A pesar de que según la tradición la Navidad sirve para conmemorar el nacimiento de Jesús, su origen está en una serie de celebraciones paganas que se festejaban alrededor del 25 de diciembre, como es el caso del solsticio de invierno. Paradójicamente, de origen pagano también es el mayor icono de la decoración navideña: el árbol de Navidad. Y es que los primeros pueblos germanos y vikingos ya celebraban el solsticio de invierno alrededor de una conífera alegremente decorada. Este árbol, al que ellos llamaban 'Yggdrasil', representaba el Universo y colocaba en las ramas más altas al mundo de los dioses y en sus raíces al de los muertos.
Cuando los primeros misioneros cristianos fueron testigos de esta tradición se apropiaron de ella y le dieron un giro completo a su significado. De esta forma, el primer árbol de Navidad cristiano se decoró en Alemania y Escandinavia en el siglo XVI, expandiéndose poco a poco por el resto de países y llegando a España a finales del siglo XIX. Este primer pino se decoró con manzanas y velas, que representaban el pecado y la luz de Dios, decoración que con el paso del tiempo ha ido dejando paso a las luces de colores y a las bolas de cristal.
La corona de Adviento, si bien poco a poco empieza a desaparecer de los hogares, es otro de los adornos navideños más tradicionales de estas fiestas. Su historia vuelve a tener su origen en una tradición pagana europea según la cual se encendían velas durante el invierno para invocar al dios sol y que éste enviase su calor y luz durante los duros meses de bajas temperaturas. La corona de Adviento tradicional está compuesta por varios elementos, entre ellos el aro de ramas verdes que representa el amor de Dios que no tiene principio ni fin. En cuanto a las cuatro velas, la costumbre es ir prendiendo una a cada domingo del mes de diciembre, mientras que las pequeñas manzanas rojas que también decoran la corona representan el fruto con el que Adán y Eva cometieron el pecado durante su estancia en el Paraíso.
Apropiación de otras culturas
El muérdago y la Flor de Pascua, conocida también como Poinsettia, son otros de los adornos navideños más expandidos de nuestra tradición. En el caso del muérdago, se trata de un símbolo de origen celta que servía para invocar a la buena suerte y a la protección contra las enfermedades y posibles maldiciones. Además, es tradición que las parejas se besen bajo esta ramita, ya que antes se creía que era una forma de mejorar la fertilidad.
Por su parte, la Flor de Pascua es una costumbre que se originó con los primeros cristianos mexicanos y que una vez fue descubierta por los cristianos éstos empezaron a decorar las Iglesias con ella. La leyenda de la Poinsettia cuenta que cuando Jesús nació en Belén un grupo de niños se acercaron a entregarle un regalo, pero como eran pobres lo único que pudieron ofrecerle fue esta flor, que era de color verde en su origen. Dios, conmovido por el gesto, tiñó los pétalos de rojo en señal de agradecimiento y, desde entonces, es uno de los símbolos más característicos de las fiestas navideñas.
Las leyendas son el origen de muchos de estos adornos
Tampoco podemos olvidarnos de los tradicionales calcetines de Papá Noel, una de las figuras más icónicas de la Navidad. Su origen se encuentra en la figura de San Nicolás de Bari, obispo de una antigua ciudad de Turquía durante el siglo IV que se preocupaba especialmente por el bienestar de los niños. Este personaje tuvo un especial impacto en Holanda durante el siglo XIII, al que se representaba con una larga barba blanca, ropas religiosas y un gran saco con regalos para los más pequeños. Pronto esta tradición se extendió por Europa y Estados Unidos, recibiendo un nombre diferente en cada país pero teniendo en común su aspecto bonachón y su carácter risueño. Por ello, es costumbre que los niños coloquen un calcetín para que Papá Noel pueda dejar en él los regalos que trae consigo.
Otro adorno que no podemos dejar pasar son las bolas de Navidad, esferas de diferentes tamaños y colores que sirven para alegrar cualquier espacio de la casa y cuyo origen se remonta al siglo XIX. Los aldeanos de un pequeño pueblo de Francia se encontraban en apuros después de que la cosecha de 1858 fuera tan pobre que les privase de manzanas con las que decorar el árbol de Navidad. Sin embargo, un soplador de vidrio de la aldea tuvo la idea de crear pequeñas bolas de cristal con la que sustituir a las manzanas rojas, creando una tradición que se extiende hasta nuestros días.
Elementos surgidos de la tradición cristiana
A pesar de que la mayoría de los adornos navideños tienen un origen pagano, también hay algunas tradiciones que surgen directamente del cristianismo como es el caso de la estrella. Esta figura cumple un papel muy importante durante las fiestas navideñas, tanto es así que el árbol de Navidad suele estar rematado por una estrella en su punta. Este símbolo representa a la estrella de Belén que guió a los tres Reyes Magos hacia el pesebre en el que acababa de nacer Jesús. Las campanas, por ejemplo, también tienen un origen cristiano y representan el anuncio de un mensaje de paz y esperanza para el año próximo.
Quizá ahora que conoces la historia de algunos de los adornos más utilizados durante las Navidades puedas identificarte más o menos con su mensaje. Sin embargo, su uso está tan extendido actualmente que su mensaje original ha quedado algo olvidado y se han transformado en un símbolo de alegría, esperanza y felicidad.