Los regalos se han convertido en uno de los elementos indispensables de la Navidad y, si bien tradicionalmente en España la noche de Reyes era la gran protagonista, desde hace unos años la madrugada de Nochebuena a Navidad ha ido ganando cada vez más importancia, gracias a la visita que Papá Noel realiza en muchas residencias del país.
Sin embargo, no es el único que visita los hogares durante la mencionada noche, sino que existe otro hombre que, de madrugada, se cuela en las casas de los más pequeños para agasajarles con pequeños regalos. Ahora bien, no está al alcance de todos, ya que su presencia tan solo pueden disfrutarla por tierras gallegas, concretamente en la zona este de la región. Pero ¿quién es este misterioso hombre?
Pelirrojo y con barba
Se trata ni más ni menos que del Apalpador, un hombre que suele representarse con dos rasgos muy característicos: una gran barriga, rasgo que parece compartir con Papá Noel, y una larga y abultada barba pelirroja que le cubre prácticamente toda la cara y el cuello dejando tan solo ver el inicio de la nariz y los ojos.
Ahora bien, estas no son sus únicas características, puesto que normalmente se le representa fumando una pipa y vestido con colores muy alegres. Así es, lejos de la sobriedad que Santa Claus puede llegar a demostrar con su uniforme rojiblanco, el Apalpador es todo alegría y obviamente así tenía que demostrarlo su vestuario.
Son muy pocas las personas que dicen haberle visto, pero quienes lo han hecho han dado una descripción detallada y de esta forma lo han recogido los principales libros de leyendas gallegas: suele ir con boina negra, pantalones con parches y una chaqueta muy colorida que, desde luego, parece pretender no dejar a nadie indiferente.
La tradición data de antiguo y, según cuenta la leyenda, este buen hombre pelirrojo bajaba desde las montañas gallegas hasta las casas del pueblo para hacer una visita a los niños que allí vivían. De manera que, muy sigilosamente, entraba a la habitación de los pequeños y les palpaba la tripa para comprobar que estos estuvieran alimentados de forma adecuada. En este sentido, si se daba el caso, el Apalpador les dejaba un pequeño paquete de castañas y seguía con su cometido.
De manera que, en su trabajo encontramos el origen de su nombre, ya que como hemos comentado, se dedica a palpar la tripa de los benjamines gallegos y, por ello no se le conoce bajo ningún nombre propio, sino simplemente con el calificativo de Apalpador (el que palpa).
Se adapta a los nuevos tiempos
Desde sus inicios este hombre pelirrojo, al que la tradición ha tildado de carbonero, no solo hacía acto de presencia la noche de Nochebuena, sino que repetía la mecánica durante la madrugada entre Nochevieja y el día de Año Nuevo. Actualmente, hay zonas en las que el Apalpador sigue marcando ambas fechas en su calendario, pero lo cierto es que hay en otras en las que solo lo hace durante la noche que coincide con Papá Noel.
Y no es el único cambio que ha hecho con respecto a la antigüedad, sino que desde hace unos años parece haber cambiado las típicas castañas por regalos. De manera que, si los pequeños demuestran estar perfectamente alimentados, lo que se encontrarán una vez que despierten será aquello que tanto habían deseado.
No obstante, como el Apalpador es igual de popular en Galicia como lo son los Reyes Magos en el resto del país, el carbonero pelirrojo más conocido de la zona ha querido ponerse al nivel de sus Majestades de Oriente. Y para ello ha decidido salir, en más de una ocasión a desfilar en su propia cabalgata. Ahora bien, en su caso se celebra la tarde del 24 de diciembre y municipios como O Grove lo convierten en todo un evento navideño con el que pretenden recuperar una figura que si bien durante años fue una representación de la cultura gallega, ahora intentan darla a conocer entre las nuevas generaciones.
Un personaje amante de la naturaleza
Por otro lado, el Apalpador se ha erigido como uno de los máximos representantes de la naturaleza gallega. Es decir, dado su origen rural y que, según cuenta la tradición, reside en los montes y que tan solo se acerca a los núcleos urbanos en el período navideño, es una figura muy utilizada para hacer una defensa del ecologismo, así como de la protección de los núcleos rurales.
En este sentido, y teniendo en cuenta la influencia que sobre los más pequeños de la casa tiene, es habitual que se organicen jornadas o eventos para concienciar y enseñar a los niños a cuidar y respetar el medio ambiente. Y es que el pelirrojo más conocido de la Navidad se dedica no solo a repartir regalos, sino que durante el resto del año también imparte pequeñas charlas en centros escolares.