Se acerca la Navidad y comenzamos a ver alimentos típicos en los supermercados, adornos en las tiendas y luces que dan vida a las calles. Uno de los elementos más simbólicos de esta época son los árboles de navidad, ¿cómo imaginar unas navidades sin árbol? El propio ritual de "montar el árbol" es una tradición inherente a la Navidad. Sin embargo, pocas veces nos planteamos por qué precisamente un árbol (un abeto) y no otra cosa ¿De dónde procede esta tradición?
En tiempos antiguos las diferentes culturas han utilizado las plantas para simbolizar la vida, la salud, la suerte, poderes mágicos o poderes medicinales. Los griegos y los romanos escogían la hiedra, los celtas y escandinavos adornaban sus casas con muérdago y otras plantas de hoja perenne, como es el abeto. Concretamente, para los celtas los árboles eran un elementos sagrados.
Existen varias leyendas sobre el origen del árbol como símbolo de la Navidad. Sin embargo, la leyenda más popular sitúa el origen del significado de los árboles de Navidad tal y como hoy los conocemos en los pueblos celtas de centro Europa. Cerca de la fecha de la navidad cristiana, los celtas celebraban el cumpleaños de Frey (Dios del Sol y la Fertilidad). El árbol era símbolo sagrado donde la copa simbolizaba el cielo (morada de los dioses y el Palacio de Odín) y las raíces simbolizaban el reino de los muertos, el infierno.
El centro y norte de Europa, se evangelizó y los primeros cristianos tomaron el árbol como símbolo de fe cristiana, celebrando así el nacimiento de Jesús y alejándose de ese sentido pagano. Según cuenta la leyenda, entre los años 680 y 754, San Bonifacio (evangelizador de Alemania), entendió que era imposible acabar con esta tradición pagana y le dio este sentido cristiano. Por tanto, el origen del árbol de Navidad se remonta al siglo VIII, en Alemania. En la Edad Media, esta costumbre se expandió en todo el viejo mundo y, luego de la conquista, llegó a América.
Los orígenes más recientes del árbol de navidad decorado e iluminado se asocian a la idea de árbol del paraíso. Uno de los primeros datos de este significado son los registros de la ciudad de Schlettstadt (1521), en los que se estableció una protección para los bosques en los días previos a la Navidad. Los guardabosques eran los responsables de castigar a cualquiera que cortara un árbol para decorar su casa.
A partir de ese momento, comenzó su difusión. A España llegó en 1870, a Finlandia en 1800, y en el Castillo de Windsor (Inglaterra) en 1841, de la mano del Príncipe Alberto, el esposo de la Reina Victoria.
Aspectos simbólicos del árbol de navidad
Tanto los árboles en sí como los elementos que lo decoran tienen distinta simbología, toda ella relacionada con aspectos religiosos, poéticos y místicos. Así, para las distintas culturas el árbol ha sido símbolo de unión entre el cielo y la tierra, de relación con lo sagrado, de fecundidad, crecimiento, longevidad y sabiduría. En la antigua sociedad germánica, existía la creencia de que era un árbol gigantesco el que sostenía al mundo y el que soportaba en sus ramas, el peso de la luna, el sol y las estrellas. Para celebrar el solsticio de invierno, los germanos, decoraban un roble con antorchas y bailaban a su alrededor ¿por qué un árbol para celebrar la entrada del invierno y del frío y no otra cosa? Mientras que el resto de plantas se morían y perdían su follaje, un árbol se mantenía fuerte, verde y "vivo" durante el invierno.
En un sentido cristiano, el árbol simboliza el inicio, el paraíso, la vida eterna. La forma triangular del abeto simboliza la Santísima Trinidad. Así, los adornos han ido cambiando con los siglos: desde antorchas y manzanas a los bonitos adornos que podemos encontrar hoy en día en las tiendas.
Del mismo modo, los colores típicos de los adornos del árbol también tienen un significado: el rojo simboliza la petición; el plateado, el agradecimiento; el dorado, las alabanzas y el azul la reconciliación o el perdón. Asimismo, los objetos colocados también tienen una simbología: la estrella representa la fe que nos mueve en la vida, las bolas simbolizan los dones que los hombres le hacen a Dios, los angelitos son los mensajeros entre nosotros y el cielo y son los encargados de protegernos, los lazos o espumillones representan las uniones familiares y sociales, y las luces la luz de Cristo e iluminan nuestro camino. Todo ello refleja una tradición no cuestionada sobre por qué colocamos bolas de colores y no monedas u otros objetos.
El abeto como árbol de navidad por excelencia
El abeto se considera símbolo de la Navidad en todo el mundo. Su explicación viene ligada a su nombre: A-bete es la suma de alfa y beta en el alfabeto griego y las dos primeras letras del alfabeto hebreo y caldeo. Por tanto, significa "comienzo de todas las cosas" y navidad (natalis diez) " día del nacimiento ".