Pocos días quedan ya para la llegada de sus Majestades de Oriente y cada vez son más los nervios que invaden a los más peques de la casa. Muchas semanas repletas de ilusión que, como siempre, irrumpen en un 6 de enero para cumplir los sueños de muchos niños y niñas. Sentimiento que, por supuesto, también acaba contagiando a tíos, hermanos, padres y abuelos, haciendo que la magia de este grandioso día se haga posible. Una ayuda esencial a la hora de llenar todos esos árboles de regalos y más regalos que ayuda a entrar en juego el espíritu de la Navidad.
Aunque la función de todos aquellos "pajes" de los Reyes Magos parece ser mucho más importante de lo que ellos mismos piensan. Y es que, además de intentar cumplir los sueños de todos esos hijos, sobrinos y nietos, también es importante establecer una serie de pautas para que este día tan importante no suponga una carga extrema para muchos padres. ¿La razón? No ver el fin a la hora de pedir regalos. Semanas y semanas viendo anuncios en la televisión, contemplando catálogos de juguetes y visitando centros comerciales que al final acaban convirtiéndose en cartas infinitas a los Reyes Magos.
Algo que, quizás, muchas familias puedan permitírselo económicamente pero que, por otra parte, también acaba suponiendo un auténtico tormento para muchos otros padres. Sin embargo, parece que la cosa no solo se trata de poder o no poder, sino de educar bien a todos esos niños para que, de cara a un futuro, sepan valorar, aún más, todo lo que les rodean. Una idea básica que, en tiempos de crisis, conseguiría hacer que muchas familias también se sientan satisfechas con todos esos regalos hechos a hijos, sobrinos o nietos. De esta forma, el "me lo pido" tan solo quedaría reducido a aquellos deseos más importantes o especiales.
De ahí que una buena educación se convierta en el motor principal para hacer que las cartas a los Reyes Magos no acaben siendo kilométricas. Pautas que llevan arrastrándose desde antaño y que han servido para que niños y niñas solo seleccionen de los catálogos sus deseos más relevantes. Porque para ellos es muy fácil creer que, al ser magos, pueden hacer posibles cualquiera de sus sueños. Pero cierto es que el hecho de recordar que llevan días y días de viaje y a lomos de sus camellos puede darnos algo de ventaja.
De esta forma, se les podría hacer creer que solo pueden pedir un número exacto de juguetes o regalos para que no sean tan pesados de cargar por los Reyes Magos. Por otra parte, y para evitar que los precios no sean demasiado desorbitados, es importante recordar que sus Majestades de Oriente deben entregar regalos en millones de casas y a millones de niños. Así, toda la atención no podrá estar centrada en un solo niño, ni también todo el "presupuesto" que Melchor, Gaspar y Baltasar puedan tener, por muy magos que puedan ser.
Menos es más
No hay ninguna duda de que este día está plagado de magia e ilusión, pero eso no quiere decir que se tenga que recibir lo más caro del mercado. Muchas veces, las cosas más simples y y con menor valor económico acaban siendo las más especiales. Además, también hay que saber concienciar a los más pequeños de la casa de que no todo el mundo goza de las mismas posibilidades a la hora de recibir todos los regalos de Navidad. Es más, es importante también recordar que millones de niños en el mundo viven en condiciones de pobreza y que, desgraciadamente, no podrán tener ni un solo juguete en la mañana del 6 de enero.
De esta manera, aprenderán y entenderán lo tan afortunados que son en la vida, además de conseguir que escriban la carta a los Reyes Magos con las ideas más claras -y una lista un tanto reducida de regalos-. Y es que, en prácticamente el cien por cien de los casos, el hecho de que un niño se encuentre con hasta diez o más regalos bajo el árbol se hace, parece ser, cada vez más probable. Sin embargo, lo que muchos de esos padres no saben es el agobio, la ansiedad y la falta de valor y consideración que pueden llegar a generar en sus propios hijos.
Sentimientos que nada tendrían que ir ligados con la Navidad. Así, la propia Asociación Española de Fabricantes de juguetes aseguraba, este mismo año, que la media de juguetes que un niño recibe en esta época del año es de diez regalos. Una cifra que únicamente consigue que todos esos niños y niñas no sepan apreciar los buenos momentos de la vida. Desenvolver regalos y más regalos para que después no sepan valorar ni jugar con ninguno de ello, acabando por hacer más caso a otras cosas de su entorno.
Sin contar, por supuesto, con la acumulación innecesario de juguetes que todo ello supone, haciendo que incluso muchos de ellos queden prácticamente intactos. Además, teniendo en cuenta que el día de Reyes se celebra cada 6 de enero y que, por regla general, los colegios siempre terminan su periodo de vacaciones de Navidad pocos días después, lo más lógico sería ofrecer a nuestros hijos el número de regalos adecuado para que pudieran disfrutar de ellos durante esos días. De lo contrario, muchos de ellos acabaran pasando semanas y semanas en sus propias cajas sin apenas abrirse...
Sin contar con que la ilusión, muchas veces, tan solo recae en el hecho de romper el envoltorio del propio regalo, provocando que dicho juguete acabe en el olvido casi al instante. Así, uno no se extraña al descubrir que la propia AEFJ recomiende a todos esos padres poner bajo el árbol una media de cuatro regalos por niños. De esta manera, si la economía no nos acompañase durante algún año, la ausencia de uno o dos regalos no destacaría tanto que si, por ejemplo, se pasara de tener diez regalos a cuatro. En estos casos, es mejor utilizar la lógica que dejarnos llevar por el consumismo navideño...